El sábado estuve en la fiesta de cumpleaños del hijo de una pareja amiga. Nunca me había sentido más fuera de lugar, ni siquiera la vez que fui con mi mamá a una fiesta de solos y solas. La incomodidad podría parecer fácilmente deducible a simple vista: niño de 4 años, regalos, piñata, niños por todos lados haciendo bulla, padres de familia pendientes de sus hijos, y yo, pues pendiente de mí misma porque ni hijo ni padre de familia. Sin embargo había algo más, me sentía realmente incómoda y en realidad no hubiese querido ir, pero no podía hacerle el desplante a mi amiga quien siempre me invita y sé que lo hace con mucho gusto y porque me aprecia. Me era difícil entablar conversación con los otros que sin ser padres muy viejos ya eran padres de familia y eso es suficiente; y por otro lado están los niños que…deje así.

Y de repente me vi en mi futuro –lejano o cercano- pero lo vi, y me dio tanta nostalgia y envidia de ver a todas esas parejas con sus hijos y yo, verme ahí sola y fue cuando entendí algo por primera vez en mi vida, que me hizo recapacitar y tragarme todas mis palabras acerca de lo que para mí es el matrimonio, los hijos, la familia, el amor y las relaciones. Entendí que el matrimonio es mucho más que “un mal necesario”, un contrato, un negocio, es una cosa más allá de eso, mucho más que la institución, porque tampoco estoy hablando del matrimonio religioso o civil; estoy hablando del simple hecho en el que dos personas deciden vivir juntos y formar un hogar, seguir un sueño, ir en la misma dirección, compartir planes, proyectos, ideales, acompañarse, apoyarse, lo que significa VIVIR JUNTOS. Ahora, no sé si todas las parejas que yo vi esa tarde hagan eso, puede que sus motivaciones disten de ser tan loables, pero eso no viene al caso ni me importa.

Y pensé ¿Por qué tiene que tocarme tanto? ¿Acaso no estás en una fiesta de chiquitos donde se supone deben estar sus papás? ¿No es eso lo que siempre pasa? ¿No es normal que pase así?......pues claro, lo que pasa es que eso a mí no me sucedió. Nunca estuve en una fiesta con papá y mamá al lado, nunca oí decir “Andrés, ¿Stella dónde está?” o “Stella, ¿Andrés dónde está?” y sólo hoy 24 años después me viene a aflorar el traumita.

Fue ahí cuando supe que más allá de la religión –marido y mujer- y de la biología –óvulo y espermatozoide- uno no busca un hombre o una mujer porque sí, la unión implica muchas más cosas para la relación, para los hijos, para el hogar. Papá y mamá dan estabilidad, son el equilibrio, uno es el complemento del otro, nada de opuestos o extremos, sólo las dos partes de una misma pieza que casan perfectamente. Ahora entiendo por qué mi aversión al matrimonio, por qué mi crítica y burla frecuente y mi fuerte decisión de no casarme y tener hijos, no quiero hacer repetitivo el modelo que tanto odié, ese no es el ejemplo que quiero dar.

Etiquetas: Desconecciones, Íntimas, MA, Personales, Preguntas, Reflexiones